La paz de la justificación
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Romanos 5:1.
¿Es la justificación algo que sucede dentro del hombre, por lo cual Dios hace a un hombre justo (perfecto), y entonces, porque es justo, Dios puede declararlo justo? ¿O Dios nos declara justos no porque haya algo justo en nosotros, sino por su gracia y mediante la fe, y entonces, a los que Dios declara justos los va transformando en justos mediante su Espíritu?
En términos prácticos, el problema es el siguiente: ¿Tienes que primero ser suficientemente justo, bueno, perfecto, para que Dios te perdone, te acepte y te declare justo, y recién entonces puedas tener la seguridad de estar en paz y armonía con Dios, y ser salvo? Porque, en tal caso, puedes esperar sentado, porque, a la luz de la Palabra de Dios y de la observación de la experiencia de otros y de la propia, te aseguro que jamás serás lo suficientemente justo y perfecto como para merecer el cielo. Aun a pesar de la obra redentora de Cristo y de la obra regeneradora del Espíritu Santo, siempre lucharemos con defectos y caídas en el mal, aunque sea en pensamientos y sentimientos, hasta que Jesús regrese a buscarnos y transforme nuestras naturalezas (1 Cor. 15:51- 54). ¿Quién puede pararse delante de la perfecta santidad de Dios, de su infinita bondad, y creer que es absolutamente puro en pensamiento, sentimiento, palabra y acción? Jamás podríamos tener la seguridad de la salvación basados en lo que somos y hacemos.
Por eso, cuán bendito es el mensaje bíblico de la justificación, según el cual esta significa que Dios te acepta, se reconcilia contigo, te declara justo, te considera justo, te aplica la justicia de Cristo, no porque seas intrínsecamente justo y bueno, sino por su gracia y la obra redentora de Cristo. Y, desde esa base de su aceptación, te invita a recorrer la aventura de la santificación, que significa ir haciéndote bueno, noble y perfecto.
Goza del amor y la aceptación de tu Padre celestial, de la conciencia de que eres su hijo amado, y de que Dios quiere apoyarte y ayudarte en esta vida y darte la salvación, porque “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Rom. 5:1).
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido”
Por: Pablo Claverie
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