Reflexiones para tí.

Volvamos al régimen original

Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Génesis 1:29.

Dios, que como Creador omnisapiente nos formó de acuerdo con un diseño, un plan (Sal. 139:13-17), sabía, al crearnos, cuál era el mejor régimen alimenticio a fin de que tuviésemos una vida saludable, exenta de enfermedades. Por eso, en el Edén, antes del pecado, Dios prescribió, en las sencillas palabras de nuestro texto de hoy, el régimen original e ideal para el ser humano: un régimen vegetariano.

Estudios científicos han demostrado hace tiempo que el consumo de carne favorece de manera marcada la probabilidad de contraer enfermedades como cáncer, gota, problemas cardiovasculares, diabetes, etc. En realidad, el consumo de carne no es necesario para el organismo, si echamos mano de la amplia variedad de alimentos vegetales provistos por el Creador en abundancia en la Tierra. La oleaginosas (nueces, almendras, avellanas, castañas, aceitunas), así como las legumbres (porotos, especialmente el de soja; garbanzos; lentejas), junto con la profusión de frutas y verduras que tan generosamente nuestro Dios nos provee no solo para nuestra nutrición sino también para nuestro deleite, contienen todos los nutrientes necesarios para el buen funcionamiento del organismo, y sin los perjuicios que provoca el consumo de “cadáveres”, que son realmente lo que comemos al ingerir carne.

Pero, hay un factor aún más importante por el cual el cristiano debería optar por un régimen vegetariano: el amor y la compasión por los animales. No formaba parte del plan original de Dios que seres inocentes, sensorial y emocionalmente sensibles, como son los animales, con capacidad de sufrir, tuvieran que padecer dolor y muerte, muchas veces de las maneras más brutales. Dios no creó un mundo para la muerte sino para la vida. La muerte es un “intruso” dentro del plan de Dios, y no existe en el cielo ni existirá en la Tierra Nueva que Jesús ha ido a preparar. Así que, si como cristiano quieres empezar a vivir aquí en la Tierra con el estilo de vida que esperas tener en el cielo, es bueno que vayas pensando en dejar de consumir animales para tu sustento, porque allí solo habrá “asados” vegetarianos.

Procurará realizar el ejercicio físico necesario que contribuya a mantener su cuerpo en la forma más saludable posible. Y, por supuesto, se abstendrá absolutamente de todo tipo de sustancias que favorezcan o produzcan en forma directa el deterioro de su organismo, como el tabaco, las drogas, el alcohol, y aun bebidas estimulantes como el café, el té, el mate cocido y las bebidas colas, de las cuales la ciencia se ha encargado de comprobar su efecto nocivo sobre el cuerpo y la mente.

 

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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