Reflexiones para tí.

Lázaro

Dicho esto, añadió: “Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo”. Juan 11:11.

Un amigo es un tesoro valioso. Jesús tuvo en Lázaro esa persona especial ,en la que pudo confiar, con quien podía estar tranquilo y descansar. Lázaro no era un discípulo, no lo seguía por todos lados; pero era un amigo y le daba al Maestro la tranquilidad de saber que había una casa en la que podía reposar.

Ese amigo se enferma y Jesús, el gran Médico, no lo sana. Bastaba con decir una palabra, y Lázaro se habría recuperado. Por el contrario, Cristo espera a que muera para emprender el viaje. Hay cosas que en un primer momento no conseguimos entender. Hay demoras que incomodan. Hay situaciones que extrañan. Lo que no podemos olvidar es que Dios está en el control y que, pase lo que pase, es nuestro Amigo.

El grupo de discípulos llega a Betania cuatro días después de la muerte de Lázaro. Todas las dudas que la resurrección de la hija de Jairo había dejado en las mentes incrédulas de los dirigentes religiosos y todas las preguntas que habían surgido cuando se enteraron de la resurrección del hijo de la viuda de Naín, ahora quedan definitivamente saldadas: Cristo tiene poder sobre la muerte.

Al parecer, había creencias populares que decían que había un periodo de tres días durante los cuales el alma del muerto intentaba volver al cuerpo, para reintegrarse con él. Después del tercer día, el alma veía cómo se había desfigurado el cuerpo, y entonces ya no regresaba más. Ese mismo periodo era usado por los familiares para visitar la tumba diariamente, con la esperanza de que el diagnóstico mortal hubiera sido un error médico, y que el “muerto” en realidad solo haya estado “enfermo”.

Cristo llega a Betania cuando todas las esperanzas terrenales habían desaparecido. La ciudad estaba a pocos kilómetros de Jerusalén, por lo que, seguramente, muchos habitantes de la ciudad capital todavía estaban acompañando a las hermanas en su luto. Jesús –la esperanza de vida eterna– consuela a Marta y a María, llega frente a la tumba, llora por el dolor del pecado, pide que corran la piedra y dice: “¡Lázaro, sal fuera!”

Es tanto su poder que si no hubiera dicho el nombre de su amigo, todos los muertos habrían resucitado en la misma hora.

Ese mismo poder está a tu alcance para resucitar tu vida espiritual, para resucitar tu fe y para sacarte de la tumba del pecado.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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