Reflexiones para tí.

Séfora

Entonces Séfora tomó un cuchillo de piedra y le cortó el prepucio a su hijo; luego, tocando con el prepucio del niño los pies de Moisés, le dijo: En verdad, tú eres para mí un esposo de sangre. Éxodo 4:25.

Este es uno de los incidentes más extraños de la Biblia. Moisés deja la comodidad del secreto y vasto desierto, para obedecer la orden divina de volver al lugar donde querían matarlo. Confiando en la voz divina regresa, y una noche “el Señor salió al encuentro y quiso matarlo” (Éxo. 4:24). Está saliendo con ciertos temores porque sus enemigos quieren matarlo, y Aquel que lo llama también lo quiere matar.

Moisés y Séfora sienten que Dios está enojado con ellos y están yendo a Egipto. Los comentadores señalan que si bien Gersón había sido circuncidado de acuerdo con las leyes divinas, en el caso de Eliazar este rito no se había cumplido.

Frente a la amenaza de muerte que sufre Moisés, Séfora misma toma el pedernal y circuncida a su hijo menor, pero sin dejar de reprocharle a Moisés por lo que tuvo que hacer.

Séfora obedeció la orden dada por Dios a regañadientes. Obedeció de la manera equivocada.

Cuando no hacemos lo que debemos hacer en el tiempo oportuno, quizás lo tengamos que hacer en una circunstancia que no sea la mejor. Dios nos ama tanto que hasta “nos deja seguir nuestro camino”; pero no consigo ver una sonrisa en los labios de nuestro Señor cuando actuamos de esta manera. ¿Y por qué no hacer lo mejor de nuestra parte para que Dios pueda sonreír? Me gusta imaginarlo así: debe ser la sonrisa más dulce del universo.

La obediencia a regañadientes no es el tipo de sumisión que el Cielo espera de sus hijos. Dios nos da el tiempo exacto, la manera correcta, el modo perfecto para que cada una de nuestras acciones consiga todos los objetivos que él se había planteado desde la fundación del mundo.

Dios nos ama tanto que muchas veces -en la mayoría de los casos, como con Moisés- nos permite continuar nuestro camino, llegar a nuestro destino a pesar de nuestra obediencia murmuradora, a pesar de nuestra obediencia llena de reproches (por haber obedecido), a pesar de nuestra obediencia a regañadientes.

Sinceramente, creo que es mucho mejor dibujarle una sonrisa a Dios.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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